Hágase baladista en 6 fáciles lecciones
Magali García Ramis
¿Desea ver su nombre impreso en un CD en letras ilegibles debajo del de algún cantante famoso? ¿Desea ganar fama, y dinero pero no tiene talento, ni un promotor fatulo, ni muslos de merenguera? ¿Siente usted que en lo más íntimo de su ser hay una "vena poética" que nadie comprende? ¿Se emociona cuando escucha la frase "fina bohemia"?
Si contesto afirmativamente a una o más de las anteriores es usted candidato/a ideal para el mundo de la composición de baladas. Contrario a lo que podría suponer, no es un oficio difícil; sólo tiene que seguir las 6 lecciones a continuación y muy pronto podrá ser admirado por el cuñado que nunca le respeta o aplaudida cuando entre a su beauty parlor habitual.
- Escoja con sumo cuidado el tema de su balada. Esta siempre será una variación del tema básico que es un amor que tiene un conflicto. Esto puede deberse a una de tres razones: a) los amantes están obligados a separarse por razones ajenas a su voluntad; b) uno de los dos ha traicionado al otro y ahora llora o pide perdón o c) el amor es imposible (por ejemplo, un contable enamorado de una manatí). Preferiblemente, escoja las variantes "a" o "b".
- Rime, rime y rime. Mientras se baña, mientras lleva a sus hijos a la escuela, mientras altera su contador para pagar agua de menos, rime todo lo que pueda: horario-canario, dolor-amor, cogote-chayote. Y así por el estilo. Haga listas interminables pues el español se presta para ello.
- Preferiblemente, incorpore a lo rimado imágenes de la Naturaleza y el tiempo: cuerpos celestes como estrella, luna, sol (evite: satélite, meteoro, soyuz y otras de difícil rima); imágenes geográficas: rio, arena, colina (evite las negativas: vertedero, joyo, barranca); imágenes de animales y sus partes: mariposa, león, gavilán o paloma y, por extensión, garra, boca, ala (evite: pezuña, ombligo, juanete); conceptos del tiempo: segundo, hora, minuto (no utilice reloj digital, alarma, batería solar).
- Ensaye metáfora y símiles en torno a su tema central y oblíguelas a rimar: Cual mohosa mariposa, tu amor me llevo a la fosa. Se llamaba Guillermina, su amor fue cual gasolina, allá por la colina. Nuestras bocas voraces como alcatraces, que todo lo que comen lo deshacen. Entendí que eras mi sol y mi vida, mi ungüento de alcanfor, mi llegada y mi despedida.
- Busque la musa de su inspiración. A pesar de lo que digan los escritores consagrados y egoístas que no quieren aceptar que la inspiración existe, usted si podrá convocarla. Levántese un día de la semana a las 3:00 A.M. La noche anterior deberá haber forrado su lugar de trabajo con todos los talismanes posibles para atraer a la musa: fotos de sus baladistas favoritos, piedras mágicas, una fuente plástica con chorritos de agua iluminados con luces anaranjadas y verdes, cristales de cuarzo mal cortados, incienso y libros "de inspiración" que le dotaran del "poder", le harán "uno con el universo", le permitirán "ser uno con el planeta" y le enseñarán como "dominar los jugos gástricos". Rodeado de todo esto, caiga en trance y rime, grite, rime más, metaforee y similicee basta el agotamiento.
- El momento mágico habrá llegado. Más o menos a eso de las 11:00 A.M., cuando ya haya escuchado cuatro llamadas de su airado jefe, en la última de las cuales le informa que esta despedido/a, usted, ignorándole a él y a todos los que dudan de su capacidad creadora, habrá compuesto la primera de las 100 baladas similares con las que regalará a su país. Debe haber quedado más o menos así:
Amor de lejos
Yo te ligaba de madrugada
Tú eras ama de casa, eras mi hada;
Yo me quedaba en larga espera;
Tú quitabas hongos a la nevera;
Ya se me partía el corazón,
Tú planchabas con almidón;
Mientras mi alma era un hervidero;
Tu brillabas el fregadero.
Utilicé los binoculares
Cuando te fuiste a tus particulares;
Vino a arrestarme la Policía
Yo le gritaba que tú eras mía,
Que tú eras mía.
Si logró algo parecido, ¡felicidades, es usted un/a baladista!