Los disparates nuestros de cada día


Profesor Gabriel Paizy - Periódico Diálogo, septiembre 2001

Los escuchamos en la radio y en el televisor. Los leemos diariamente en los periódicos y en las revistas. Cuando menos lo esperamos, brotan esporádicamente de la boca de algún "comunicador". Al igual que las bacterias, viven, sin darnos cuenta, muy dentro de nosotros. Se propagan con mucha rapidez y son difíciles de combatir. Son una enfermedad que ataca nuestra lengua vernácula y que, poco apoco, la debilita.

Los disparates se han apoderado de nuestro idioma. El desconocimiento y la pobre enseñanza del español en Puerto Rico son los responsables de su deterioro. Los exámenes del College Board así lo comprueban: los resultados en la categoría de español han experimentado una merma de 25 puntos en los pasados 15 años.

Nuestro idioma sufre del abandono que también experimenta la enseñanza de nuestra historia. En mi último viaje a México, recuerdo haber tenido una conversación profunda e interesante con un taxista sobre la historia de su país. Conocía de sus próceres tan bien como de las calles y de los atajos de la Ciudad de México. En contraste, le invito a usted a que haga un sondeo informal en Puerto Rico y pregunte al azar quiénes son nuestros próceres. Pregunte quiénes fueron Luis Muñoz Rivera, José de Diego, Teodoro Moscoso o doña Fela. Tal vez las respuestas que reciba no vayan más allá de una avenida, un día feriado, un puente o un estacionamiento en el Viejo San Juan.

No se puede aprender si no se está motivado, y la motivación viene como consecuencia del amor. ¡Hay que enamorarse del idioma! El español es la lengua más rica y hermosa del mundo. De eso no hay duda. Por tanto, ¡qué orgullo el poder conocerla y dominarla a la perfección! Al que lo entiende así, no se le hará difícil buscar voluntariamente la manera de expresarse mejor.

El español sufre cada día las consecuencias del menosprecio. Los medios de comunicación no promueven el respeto por el español cuando ellos mismos, constantemente, cometen errores de asombrosas proporciones. El problema es que el ciudadano común y corriente confía en que los canales de televisión, las estaciones de radio y la prensa del país son expertos en el manejo del idioma. Muchos televidentes ni siquiera se cuestionan el anglicismo incorrecto y la redundancia flagrante cuando escuchan a un periodista decir que el reportaje es traído "en vivo y en directo". La opinión generalizada es que si ellos lo dicen, debe de estar correcto.


Las "Ingeniosas" frases publicitarias

Hace poco salió un anuncio de un restaurante de comida rápida en el que unos calcetines decían al son de una tonada contagiosa: "Estoy media esmayá". Mi problema no es con el verbo "esmayar", el cual se ha convenido en un regionalismo aceptado en Puerto Rico, sino más bien con el uso del adverbio "media". Si decimos que alguien está "media esmayá", entendemos que sólo la mitad de su cuerpo, tiene hambre. Si lo que queremos decir es que está un poco hambrienta, lo correcto hubiera sido decir "medio esmayá". Claro, que si en este caso los publicistas se iban con la corrección, entonces el anuncio ya no daba gracia. La pregunta sería: ¿vale la pena reforzar los errores de nuestro mal herido lenguaje a cambio de una ingeniosa frase publicitaria?

Todos los días, en un fogoso programa radial, una grabación repite el mismo disparate: "para dar su opinión, llame completamente gratis al...". Cada vez que escucho este mensaje me pregunto: ¿existen diferentes niveles de gratuidad? ¿Se puede decir que algo es "muy gratis"?

¿Y qué me dicen de los anuncios que venden ofertas para vacacionar? Siempre repiten que se deben hacer las "reservaciones por adelantado". ¿De qué otra manera las vamos a hacer? Todavía no he conocido a nadie que haga sus reservaciones después del viaje.

La influencia del idioma inglés también ha tenido serias repercusiones en la forma como nos comunicamos en Puerto Rico. Para muchas personas resulta difícil mantener una conversación en español sin incluir alguna que otra palabra en inglés. En muchas ocasiones se "españoliza" la palabra en inglés con el simple uso del artículo en castellano. Por ejemplo, ¿cómo se dice truck en el español de Puerto Rico? El tro. ¿Cómo se dice shopping center? El chópin. ¿Cómo se dice T-Shirt? La tichel.

Los otros días fui a comer mi papa asada favorita en uno de esos establecimientos de comida rápida. Le pedí a la señorita que atendía que por favor me sirviera la papa con mantequilla, queso y tocineta. Después de un leve titubeo, la simpática cajera me contestó: "Lo siento, señor no servimos tocineta". Sorprendido le pregunté: "¿Cómo va a ser? ¿Y qué es aquello, entonces?", le dije mientras le señalaba al cubo lleno de tocineta. "Eso es bacon", me contestó como si yo fuera un tarado.


Desconocimiento craso del Idioma

En mis clases de redacción me he dado cuenta de que existe un desconocimiento craso de las reglas de acentuación. Sencillamente, un gran número de personas no sabe acentuar, incluso profesionales con maestrías y doctorados. Algunos de ellos son capaces de aprender una complicada fórmula de trigonometría o genética, pero no saben distinguir entre una palabra aguda, llana y esdrújula. En una ocasión tuve un estudiante que me entregó un ensayo y en la parte inferior de la página habla puesto cerca de 30 palitos, uno al lado de los otros. Al pedirle explicaciones me contestó: "Esos son los acentos, profesor. Como no sé dónde van se los pongo ahí abajo para que usted disponga de ellos".

Si durante sus estudios no le enseñaron a amar su idioma, haga un esfuerzo hoy por enamorarse usted de él. Edúquese. Tome un curso de redacción, compre libros de referencia del idioma, lea a los grandes escritores para que se contagie con el buen estilo y la corrección. Conozca la diferencia entre una alternativa y una opción, adiestrar y entrenar, bimensual y bimestral asumir y presumir. Domine el uso de los signos de puntuación, que no son otra cosa que la respiración de sus oraciones. Y, sobre todo, evite los disparates...

El dominio del idioma es una de las destrezas más importantes que usted tendrá que poner en práctica constantemente a lo largo de su vida. Puede ser la diferencia entre obtener un empleo, lograr una venta, crear una buena impresión o, sencillamente, poder ser comprendido. Propóngase como meta, a partir de hoy, comenzar una larga y sólida relación de amor y respeto con el idioma que vive dentro de usted.


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El autor es profesor en el departamento de Comunicaciones de la Universidad del Sagrado Corazón.
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